24.6.06

Debate 1

En “Educación y lucro” (24/6, p. 56), Axel Buchheister del Instituto Libertad y Desarrollo opina que el tema de la búsqueda de lucro tiene la misma función en educación que para el pan: tiende a aumentar la eficiencia.

El pan como producto, tiene un precio relativamente homogéneo; su sabor es generalmente bueno (sólo hay diferencia según el gusto de las personas) y de buena calidad (hay pocos casos de intoxicación). Si de verdad un día el pan de una panadería sale muy malo, los compradores lo saben el mismo día; probablemente el dueño despide el panadero y contrata otro. La formación de un panadero no demanda mucho tiempo.

Imagínese por un momento que en su barrio hay tres panaderías; en la primera un pan francés cuesta $25, en la segunda $100 y en la tercera $200. Usted como comprador debe decidirse para una de estas, y su decisión lo liga por un año. Sabe que el pan tiene efectos a largo plazo que no se pueden conocer en menos de unos meses (y cuando lo conocerá ya será tarde para este año). La familias de buena situación económica compran en la tercera panadería, que paga un sueldo mucho más elevado para su panadero, que es un especialista francés. Las otras panaderías se conforman con profesionales de moderada calidad, ya que no tienen como ofrecer mejor sueldo; formar un panadero cuesta 5 años de estudios. Se dice que el estomago de las familias de buena situación es más robusto y que por esta razón estas personas engordan menos cuando comen mucho pan.

Usted se acaba de dar cuenta que el pan que compra tiene un efecto nocivo. Lamentablemente, no solamente debe esperar el fin del año: además sabe que su nivel de ingresos no le permite comparar el pan a $200. No va a poder cambiar de panadería. Esto ayuda a mantener la diferencia de precio entre las panaderías: la tercera seguirá atrayendo los mejores técnicos del pan y las familias más favorecidas; para el resto de los consumidores de pan, habrá todavía la segunda y la primera panadería.

¿Absurdo? Entonces reemplacemos la palabra “panadería” por “colegio”. A asimetría de información y la selección por precio permiten una diferencia de precio enorme entre colegios; los ingresos desiguales permiten la atracción de las familias más favorecidas y de los mejores docentes, y por la lentitud de la formación de docentes y las diferencias de poder de compra significa que los demás colegios deben conformarse con lo que queda. Además – esto no funciona con el pan – los hijos de las familias que no pueden llegar a un colegio de tipo “panadería tres” tendrán menos oportunidades de lograr una carrera universitaria, es decir su ascenso social se ve comprometido y por esta vía el estatus quo se reproducirá para otra generación más.

Esto es lo que todos podemos observar en el caso de la educación, pero no en el caso del pan. Por lo tanto rechazo la tesis según la cual lo que es bueno para el pan también lo sería para la educación.

Muy a contrario: para tener educación de buena calidad para todos (pensemos en la próxima generación), la posibilidad de generar procesos de concentración de recursos (familias favorecidas, buenos docentes) siempre resultará en un sistema con mejor educación para unos pocos y peor para la mayoría. Se debe entonces establecer una regulación que asegura la igualdad de este tipo de recurso entre todos los establecimientos educacionales.

El país avanzaría más si todos sus hijos pueden educarse; sin una real igualdad de oportunidades, Chile se priva de libertad y de desarrollo.